Que Zeus me libre de pensar mal acerca de las intenciones de Pericles, Clístenes y cía. Y ya no hablemos de los iluminados liberales que embadurnaron sus revoluciones burguesas de una pátina ‘’democrática’’ y donde se supone que el pueblo llano tenía algo que decir sobre ello. Pero hablemos claro, la democracia es un timo. Otra estafa más, en este caso, anglosajona. Ni siquiera griega. Los griegos hicieron sus ‘’cosas’’, mejores o peores, pero sus ‘’cosas’’, hace más de dos mil años, ¿quién en su sano juicio ‘’rescataría’’ un sistema de hace dos mil quinientos años aproximadamente vendiéndotelo como si fuera el último videojuego del Assassin’s Creed, pero ahora con sombrero nuevo? Exacto, los anglos. Los piratas supremos. Los señores de la propaganda total. “¡Niñas, que me las quitan de las manos!”. Hay que reconocérselo, en lo suyo, son insuperables. Sin embargo, los timos y las estafas suelen tener una fecha de caducidad y, en ese vencimiento, salen a relucir todas las caras de los monstruos ocultos o sutilmente disimulados que han estado en hibernación todo ese tiempo. La realidad, a veces, supera a la ficción, además con creces. Bienvenidas y bienvenidos al siglo XXI, el siglo de los disfraces.
Estamos a muy poco de despertar de Matrix, esta simulación de la que nos van a despertar a hostias. Todas y todos, en algún momento de nuestras vidas, nos hemos considerado como las y los más demócratas de todos los universos posibles y por haber. Hemos llevado este papel cinematográfico hasta los límites más estúpidamente insospechados, mas eso fue todo, chiques.
Estamos a muy poco de entrar en una nueva era donde no vamos a tener más remedio que volver al mundo real. Fue relativamente bonito mientras duró. De hecho, personalmente, en el fondo, me gustaría seguir viviendo en esa realidad paralela, más que probablemente, sería más feliz de lo que pueda ser hoy o mañana. No obstante, ante nosotras y nosotros se abre un abanico de mil opciones, ¿cuál elegirás tú? Mi consejo es que elijas bien porque el IV Reich te mira con ojitos de Sengoku Nadeko en sus tiempos de apogeo.
Vivimos en tierras con una riqueza cultural, histórica, étnica y lingüística astronómica y el capitalismo ha arrasado con todo. No digo que las buenas tradiciones se hayan perdido, bueno, hay algunas que sí, pero esas no puedo mencionarlas aquí, acabaría apareciendo en el libro de la vida.
Quiero decir que, cuando la mayoría salga del sueño profundo en el que se encuentra, verá que lo que le ha ido de toda la vida es la dictadura. Seamos claros, la democracia liberal, en todas sus formas saiyanescas, es una dictadura de libro también. En los tiempos más tranquilos, económica y geopolíticamente hablando, se podría decir que se podría respirar un aire menos hiperventilado, sin embargo, eso dura lo que una victoria del F.C. Barcelona en la Liga de Campeones. Tengamos en cuenta que nos gobiernan los números.
Dependemos del papel moneda hasta para ir al aseo. Y mediante sus tentáculos, los kaijus supremos, gestores y supervisores celestiales, son los encargados de asegurarse de que se cumplan los mandamientos de lo que una vez no fue más que una herramienta para hacer la vida y el comercio más fácil al ser humano. Caracoles, ¡cómo nos pirran las cosas inanimadas!
La democracia se cae a pedazos. De forma irremediable. Los cambios
políticos, económicos y sociales que estamos y vamos a vivir en los próximos 50 años van a ser bien épicos. Nada es para siempre. Los reyes y reinas caen y vuelven a caer, la cosa es que siempre acaban siendo sustituidos más tarde o temprano por otros nuevos. Ya va siendo hora de que los y las comunistas dejemos este juego de la democracia y volvamos a la senda primigenia: la revolución socialista y la dictadura del proletariado. La derecha y la izquierda son memeces burguesas y la socialdemocracia de hoy no es la de hace ciento cincuenta años. Evolucionar no significa desechar la teoría, simplemente es dejarla a punto. La nostalgia no nos va a solucionar nada. O volvemos a la senda de la revolución armada y violenta o, esta vez, los nazis casi no van a tener ni que luchar para intentar ganar. Los tenemos en casa. Estamos rodeados de ellos. El fascismo jamás se ha parado mediante las elecciones, ¿qué bobada es esa? El fascismo se destruye aplastándolo sin pestañear. Y la
socialdemocracia y el social liberalismo, la izquierda hegemónica burguesa no es más que el cuidador del perro de presa. Los alimentan con minucioso cuidado, les enseñan desde cachorritos que aguarden porque su momento llegará. Mientras tanto, nos llenan, a la clase trabajadora, de ideas de libertad, de democracia popular, de frentes populares y de cordones sanitarios para parar el fascismo y, sin embargo, la realidad es que nos han engañado como a tontos y a tontas. El fascismo, por mucho que se arme de un paraguas anticapitalista, no es más que su élite guerrera, los jenízaros del capital. Son los esclavos predilectos del Estado burgués. Esclavos a conciencia, además. Y nosotras y nosotros, las presas a batir.
Sí, lo sé, el capitalismo, si algo nos ha enseñado, es que la vida siempre se abre camino. Para bien y para mal. Y, a éste, muy a nuestro pesar, seguro que le queda cuerda para inventarse un nuevo Power Rangers que, por última vez, ponga patas arriba las conciencias de un proletariado ya de por sí muy alienado. No desesperemos, y, sí, es cierto también que, el fascismo, con su discurso irracionalmente bien mascado, tal como si fuera un tipo de comida rápida, es muy bien recibido por todo tipo de estómagos. Y hoy, para qué nos vamos a engañar, los magos del balón nos han tirado el muro que antes nos protegía de los horrores que ahora empiezan a sentirse con más fuerza.
Cuando queramos acordar, ya será tarde para lamentarnos. Para más inri,
cabe la posibilidad, sólo el tiempo lo dirá, de que el Imperio que ha gobernado el mundo, o parte de él, en los últimos 80/90 años pueda dejar de existir, digamos, por sus propias contradicciones internas. ¿Cuál será la próxima Roma? ¿Y quién será el próximo Justiniano?
Aunque todo modelo político, económico y social ha tenido sus idas y venidas, si la democracia ha demostrado algo, es que es uno de los sistemas de gobierno más inestables de los que hay y pueda haber. Y si sumamos las aventuras democráticas de la Atenas griega con los años dorados del liberalismo desde, más o menos, el siglo XVIII hasta ahora, podemos sacar en claro varias cosas:
- No es un modelo precisamente nuevo, además de que ha durado muy poco en el tiempo.
- Como animales sociales que somos, los Homo sapiens tendemos a organizar la sociedad de forma colectiva, está en nuestro ser. Si no, ¿por qué nuestra tendencia a congregarnos alrededor de un ser (o no), divino, semidivino o que consideramos superior, sea por lo que sea, o un Estado, sociedad, forma de vivir e incluso por una idea?
- El individualismo más bien se rige por la capacidad económica y posición jerárquica y de influencia de las personas, pero seamos sinceros, la mayoría al no poder disponer de este requisito, ¿dónde queda su libertad? De todas maneras, la realidad es clara, nadie es libre, ya que todas y todos estamos atados por lo mismo, el capital. Y por mucho que trabajes duramente toda tu vida no vas a llegar antes.
- El liberalismo es un invento fundamentalmente de índole protestante. ¿Esto qué significa? No poco, que Zeus me libre de lo que pueda entenderse a continuación. Aunque siempre haya que tener el ceño fruncido, los valores, las tradiciones y las ideas protestantes, hasta la forma de ver la vida, incluso de los detalles más insignificantes, son muy diferentes a los que los más que numerosos pueblos mediterráneos han tenido en gran parte de toda su historia. Si dividimos el mundo en zonas de influencia, el Mediterráneo es un continente en sí mismo. Por supuesto que ha habido momentos en los que geográficamente, por medio de diferentes imperios, hasta Gran Bretaña ha podido estar unida a través de un Estado o Ente político, económico y social con Anatolia, o Hungría con Bagdad, Yemen o Túnez, y claro que esto ha dejado rasgos del contacto entre estas diferentes regiones y culturas, pero al final, la vida, aunque similar en muchos aspectos, evoluciona de distinta manera.
- El ser humano, ni es bueno ni malo, al igual que una avispa ni es mala o buena, simplemente es. Somos altruistas y egoístas al mismo tiempo. Todas estas contradicciones nos hacen ser lo que somos. Y por más que queramos, esto no se puede cambiar, como mucho mitigar. La conciliación entre clases es totalmente imposible, por tanto, la democracia, en todas sus formas, es un chiste de mal gusto. ¿El gobierno del pueblo, de la gente, de todas las personas que conforman la sociedad, pero habiendo un ente ficticio superior, al mismo tiempo, rigiendo la suerte y la senda de nuestras vidas? Me temo que, mientras esté el capital respirando el mismo aire que nosotras y nosotros, seguirá habiendo lo que realmente tenemos: una oligarquía.
Con todo lo dicho, más claro, agua. Llegar al momento en el que el Estado y el Capital se extinguen y pasamos al comunismo es algo a lo que deberíamos ya no sólo a aspirar, sino a sentir en nuestros huesos. La clase proletaria, trabajadora, debe ser la última clase social explotadora y, por tanto, la clase burguesa, lo que quede de ella en un régimen socialista, en la Dictadura del Proletariado, la última explotada y así, poner fin también a las clases sociales, a la jerarquización de la sociedad. Este momento será crucial para la historia, ya que, y aunque parezca que esté contradiciéndome por lo que ya dije antes sobre la naturaleza humana, podremos ser capaces de dar un salto único e inigualable en nuestra propia evolución como humanidad. La decisión de romper de una vez por todas los grilletes que nos impiden abrazar la libertad de verdad, de gobernar, en sintonía con la naturaleza, como uno más, el mundo no la tiene nadie más que nosotras y nosotros, la clase obrera. Este siglo es muy importante, fundamental para la historia del ser humano, lo que hoy decidamos va a repercutir para los próximos siglos e incluso, milenios. Ya es hora de quitarnos el disfraz de la democracia, de una vez por todas, y de
ponernos nuestra indumentaria original, el uniforme de la revolución proletaria.
¡Andaluzas, levantaos!
Por Antoni Soto García.
Militante de Las Juventudes Infantistas de Nación Andaluza (JINA).



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