Cuando se acerca, un año más, la fecha del aniversario del fusilamiento de Blas Infante – no, simplemente de su muerte como siguen algunos cómplices de su asesinato propagando- se hace necesario, para los que seguimos creyendo en la trascendencia de su figura y de su obra, para la construcción de un proyecto liberador para Andalucía, volver a coger nuestra pluma o abrir de nuevo nuestro ordenador, para escribir y reescribir, mil veces mil, sobre sus originales y singulares aportaciones revolucionarias de entonces y ahora.
De este modo, lo primero que debemos dejar constancia y destacar, por encima y por delante de todo, es que las andaluzas y los andaluces de hoy, de ayer y los del mañana por llegar, debemos sentirnos extraordinariamente orgullosos y privilegiados por compartir nuestra
nacionalidad, cultural, histórica y sobre todo, política, con un prohombre a la misma altura que Engels, Marx, Lenin, Bakunin, Proudhon, Ghassan Kanafani o del, más recientemente, Enrique Dussel, fundador de la Teología de la Liberación y decolonización.
Todos ellos hoy, se estudian en las mejores Universidades y centros del saber de Europa, América, África, Asia u Oceanía. Todos con sus admiradores y detractores, pero todos siempre reconocidos y divulgados a través de sus libros y demás publicaciones.
Sin embargo, el legado político de nuestro propio hermano de sangre Blas Infante, cuyo cuerpo seguimos sin poder llorar ni nosotros ni su propia familia, continua cínica, hipócrita y manipuladamente tratado, e intencionadamente ocultado por el poder: el de antes y el de ahora.
Calles, plazas, polideportivos, premios, … pero todos reconocimientos sin espíritus, sin almas, sin cielo ni infiernos.
El poder institucional y el económico, lo conservan a veces, en el purgatorio y otras, en el limbo de sus agendas y de sus acciones.
Lo sorprendente de esta ocultación, no es que el poder centroeuropeo y estadounidense de hoy hagan, lo mismo que el poder castellano y madrileño desde hace 88 años, sino que el nimio poder de los políticos andaluces -serviles y cómplices de los partidos tradicionales- nunca han querido compartir realmente ni la Riqueza Intelectual ni la Tierra Prometida en forma de República Popular, defendida por Infante hasta su muerte con los pobres o muy pobres andaluces. Y no lo hacen porque esos políticos correveidiles prefieren ser y defender los intereses y las riquezas de España, antes que defender los intereses y las riquezas de muestro
País Andaluz.
Pero con Blas Infante han llegado incluso más lejos: tampoco quieren compartir con Él, ni siquiera su grito de ¡Viva Andalucía Libre! que el mismo Don Blas defendió para su pueblo milenario.
Esos políticos limpiabotas de la españolocracia lo único que le pedirían hoy a Don Blas Infante Pérez de Vargas, es que se arrodillara física y políticamente como ellos y ellas mismas hacen, para decir: ¡Sí, señor, al capitalismo! ¡Sí, señor, al centralismo! ¡Sí, señor, al militarismo! ¡Sí,
señor, al Estado sionista de Israel!
Pero nosotros desde Nación Andaluza seguimos estando del lado de Don Blas: defendiendo y promoviendo la independencia de España, la salida de Unión Europea, la expulsión de las bases militares de la organización terrorista OTAN del suelo andaluz y en favor de la lucha armada del pueblo palestino por su libertad.
¿Y qué hacen los políticos y poderosos de la Unión Europea? ¿Y qué hacen los políticos y poderosos del Estado Español? ¿Y qué hacen los políticos y los militares de la OTAN? ¿Y qué hacen los partidos españoles y andaluces?
Nosotros nos preguntamos, ¿hacen falta más guerras, más dolor, más pobreza …? Para estar del lado de los que sufren, de los pueblos que quieren su independencia y su propia soberanía, como es el Andaluz.
¿Es esta la Andalucía que querría Blas Infante?
Por Manuel Lazpiur Rodríguez.
Miembro de la asamblea local de Sevilla de Nación Andaluza.



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