El 8 de marzo cientos de mujeres concurrirán a lo que se supone será una manifestación masiva y de gran afluencia sobre todo en los grandes centros urbanos de la península.
Eso si, ni programas ni balances sobre lo que han significado sobre todo estos últimos 25 años, donde ese feminismo se presenta “en unidad” con expresiones políticas divergentes pero clamando por la igualdad de género, sin importar lo que acontece mas allá de lo que hoy llamamos occidente, no como lugar de pertenencia sino como expresión de una
ideología blanca y liberal aglutinando movimientos LGTBI y grupos que se consideran a si mismos de mujeres racializadas, o de múltiples géneros, y en los que la presencia del eje de clase parece haber desaparecido mientras la violencia sobre nuestros cuerpos continúan y mientras las guerras y agresión a los pueblos de diferentes lugares del planeta continúan
siendo una regla.
Mientras la brutalidad nazi zionista se enseñorea sobre Gaza y el pueblo palestino, mientras crímenes como el de los grupos de pueblos originarios, como Berta Cáceres siguen impunes, mientras día si día también violaciones y golpizas criminales contra nosotras continúan, ante
la aparente impasibilidad de sistemas judiciales que se empeñan en cumplir la ley sin contemplar el desequilibrio que conlleva la básica desigualdad y falta de equidad, de quienes estamos sometidos a su arbitrio, el feminismo que tal como se evidenció en el destape de las
ayudas de USAID fue el destinatario de estas, hacia grupos feministas, lgtbi y raciales, con la imposición de políticas que agitaban las llamadas primaveras de color, golpes de estado varios, y un ataque constante a aquellas que en Europa se atrevían a llevan un velo como repudio a políticas coloniales y opresoras.
La reivindicación fundamental de todas esas mujeres a cambio siguen ocultando la desproporción de los sectores medios, universitarios, blancos que pugnaban por romper un supuesto techo de cristal que nunca alcanzaran porque sus pilares están demasiado altos.
Vimos desfilar así a todas las supuestas representantes de nuestra condición de mujeres, a las Hillary y Michelles, a las Lagarde y Von der Leyen, a las Irene Montero , Ines Sastre, o Yolanda Diaz, diciendo abrazar la causa feminista, pero garantizándose el sitio de representantes de nosotras, las limpiadores, las enfermeras, las sembradoras de la fresa, las
que sostenemos con trabajos precarios y sin ningún tipo de privilegios, no solo nuestros hogares y trabajando jornadas insostenibles muchas veces para además mantener nuestra precaria forma de vida.
Las leyes siguen dictándose implacables, sin que nos garanticen la capacidad de reproducirnos en libertad, sin depender de la feroz dictadura del salario, que nos permita un techo y manutención dignas, siguen dictando implacables leyes que garantizan la reproducción de mujeres ricas, y hombres homosexuales, desde vientres de alquiler de
mujeres pobres, o la a venta de órganos, extraídos de niños y adultos que mueren en guerras patriarcales en connivencia con el capitalismo mas implacable y cruel.
25 años han transcurrido desde esa gran oleada de mujeres que se empeñaron en derribar las injusticias a que nos someten como trabajadoras. Para ello han recurrido a todo tipo de argucias desde aquellas que desvirtúan el lenguaje, imponen teorías salidas de los centros
universitarios de supuesto prestigio del norte global, sobre múltiples géneros que se multiplican cada vez más, porque siempre hay aquella que quiere figurar también con su trasnochada teoría de genero que se acepta sin cuestionar, mientras en lo fundamental, todo sigue igual y nada se soluciona. La persecución al movimiento trans, se pretende
encubrir con la justificación de tratamientos hormonales carísimos e intervenciones de automutilación para sentirse incluidos en un grupo social cada vez mas cínico e hipócrita que mata de hambre a la población mundial, o mientras matan por falta de medicamentos para tratamientos de un cáncer que incrementa su crecimiento imparable, ante las condiciones de insalubridad de la comida basura que se continua permitiendo para que la muerte de los hambrientos sea lenta e invisible.
Ya nadie duda del genocidio de Palestina, ni la criminalidad de la entrega de Siria a las bestias carroñeras de Occidente, a mano de muyahidines vengadores de un Corán escrito e interpretado solo por ellos y que nada tiene que ver con la religión musulmana.
Ante esto, no puedo menos que sentir que este 8 de Marzo no tengo nada que festejar, que tengo mucho por lo que seguir llorando de rabia e impotencia, cuando recuerdo a una gran feminista, llamada Rosa Luxemburgo, que fue asesinada por clamar contra una guerra a la
querían condenar a los trabajadores y obreros europeos.
Lo lograron si, a costa de su cuerpo acribillado y nunca encontrado, pero su voz sigue vibrando.
Esa voz no la han podido matar.
Hoy, no es tiempo de equidistancias hipócritas, realmente me hubiera gustado que esas feministas salieran a la calle denunciando la ineptitud de una Europa caduca y gaga que se empeña en no reconocer que ha perdido, que no queremos ser ni seremos carne de cañones para las trampas que el imperialismo continúa configurando.
Nuestro enemigo no está en Rusia, ni en China, ni en Irán, nuestro verdadero enemigo, tiene un nombre, UNIÓN EUROPEA y sus lacayos y sirvientes que en realidad y sin haber sido elegidos por nadie, representan los intereses de las grandes compañías armamentísticas empeñadas en un baño de sangre antes que la debacle económica demuestre que sus números y creación de deuda, han hecho fondo hace tiempo y esta en banca rota de hecho.
MUJERES DEL MUNDO, os llamo a la cordura, os llamo a la resistencia, a situarnos a la altura de lo que acontece hoy en nuestro mundo sin salida.
Que nuestra solidaridad se teja entre todos los trabajadores del mundo, en una gran organización antifascista y haga morder el polvo de los sionistas y a organizaciones que llámense OTAN o como sea que la llamen a las que la reemplacen, para que no hagan de nuestras vidas un gigantesco charco de sangre que inunde los océanos y la profundidad de las raíces que se aferran a la tierra.
Históricamente como mujeres, hemos estado siempre, a la altura de los acontecimientos, por eso, hoy, este 8 de Marzo, no será “mi fiesta” por eso, hoy lo único que me queda es hacer un llamado a la cordura, y encontrarnos junto a todo el genero humano en la implicación de una lucha organizada, que es imperativa, siguiendo el camino que nos mostró
el Che Guevara, que nos mostró Fidel, que nos mostró el Comandante Chavez, y QUE HOY NOS MUESTRA EL INCLAUDICABLE PUEBLO PALESTINO, sus mujeres y sus niños, y sus guerreros.
HAGAMOS HONOR A TODAS LAS FEMINISTAS QUE LUCHARON ANTES QUE NOSOTRAS, DESDE FABRICAS Y TALLERES, REIVINDICANDO SU CONDICIÓN DE CLASE.
MUJERES TRABAJADORAS CONTRA EL CAPITALISMO Y SU EXPRESIÓN MAS BÁRBARA, LA DEL IMPERIALISMO HASTA LA VICTORIA SIEMPRE VENCEREMOS.
Mª Rosa Dalurzo.



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