La Asamblea de Almería de Nación Andaluza, a la cual pertenezco, junto con otras organizaciones, convocamos y realizamos el pasado 23 de julio una concentración ante la Subdelegación del gobierno en Almería capital. Con ella quisimos expresar nuestra solidaridad obrera, nuestra solidaridad de clase contra la represión que están padeciendo diversos colectivos obreros en Andalucía como los trabajadores del metal de Cádiz que mantuvieron días pasados una lucha por un convenio digno. Y que están sufriendo una operación policial que comienza nada más terminar la huelga y que por ahora ha dado lugar a que 24 trabajadores hayan sido detenidos y estén pendientes de ser juzgados y a los que piden fianzas millonarias e incluso en algún caso han despedido de su trabajo. Para reprimir, utilizan la Ley Mordaza, esa, que este gobierno prometió eliminar y que no lo ha hecho. Otro caso no tan conocido, pero no por ello menos doloroso, es el de los 5 trabajadores de Duplach en Córdoba que
denunciaron, a través del Sindicato Unitario de Córdoba, condiciones inhumanas de trabajo y que a raíz de ello, lo único que recibieron fue acoso, despidos y represalias por parte de la empresa, llegando hasta el punto de estar aún pendientes de denuncias judiciales contra los trabajadores, contra el sindicato y hasta contra Nación Andaluza por solidarizarnos con ellos.
Cómo es lógico también nos solidarizamos con luchas obreras de fuera de Andalucía, con las 6 de la Suiza que han ido a prisión no por delinquir, sino por hacer sindicalismo, por defender a una trabajadora embarazada, por repartir panfletos, por protestar frente a una empresa que no respetaba los derechos básicos. Y eso se ha castigado con tres años y medio de cárcel. Han entrado en la cárcel. Les han aplicado el tercer grado porque es un derecho contemplado en la legislación penal pero no hay que cejar hasta que queden en plena libertad. No son las únicas, hay otras muchas luchas que merecen que nos movilicemos en su apoyo, como la de los trabajadores del metal de Cartagena que se tuvieron que poner en huelga de hambre. Curiosamente al igual que en Cádiz no solo teniendo en contra a la patronal, el gobierno, la policía, los medios de comunicación, sino también a los sindicatos del Régimen del 78: UGT y CCOO.
Casi a la vez de estas luchas laborales, otras obreras y obreros, mayoritariamente de origen magrebí, sus familias muy cerquita de Almería, en Torre Pacheco, eran también atacadas y apaleadas por hordas nazis y fascistas al servicio de la patronal. Y curiosamente esos policías que reprimían y detenían en Cádiz, aquí no solo no reprimían a estos fascistas criminales, sino que les dejaban hacer y hasta en algunos casos se daban efusivamente la mano. La extrema derecha al servicio del capital tiene la estrategia de enfrentar a pobres contra pobres, mientras que los patronos que son los que promueven a estos violentos, continúan tranquilamente explotando a trabajadores inmigrantes, con o sin papeles y sin respetar los mínimos derechos laborales. En Almería es una estrategia patronal bien conocida. Porque el racismo no nace de la nada. No brota de un día para otro. Son sobre todo las condiciones de discriminación, segregación económica y explotación laboral que padecen los trabajadores inmigrantes las que favorecen el discurso racista y la violencia nazi Y la socialdemocracia en el gobierno de Madrid, con su tibieza y en la mayoría de los casos con su colaboración, acaba aplicando políticas propias de la derecha. Y por tanto, como históricamente se ha demostrado, acaban abriendo paso a regímenes totalitarios.
Todo esto no son hechos aislados. Cómo en otras muchas cuestiones de la vida, es fundamental realizar un análisis dialéctico y tratar de enlazar los distintos hechos para analizar que hay en el fondo y llegar a un todo. Y el todo tiene que ver con la crisis tan grande del capitalismo, con la tendencia decreciente de la tasa de ganancia que el gran capital lo trata de paliar de dos formas: una expoliando aún más a los países del llamado Sur global, y como estos cada vez se dejan menos, creando conflictos y guerras por doquier. Y la otra, explotando de manera más brutal a su propia clase obrera, la de los países occidentales, tanto en las condiciones laborales como en la reducción de derechos sociales.
Todo forma parte de una deriva reaccionaria contra la clase obrera. Y da igual el partido que gobierne en el estado español. El problema es precisamente ese, el sistema capitalista y en nuestro caso, en Andalucía, la dependencia colonial. No existe democracia para las clases populares, existe la dictadura del capital disfrazada de democracia (aunque últimamente ni guardan las formas). Los gobiernos, las policías y los jueces son los piquetes de la patronal.
No podemos confiar en un sistema capitalista que legaliza la explotación y criminaliza las luchas obreras. Ni podemos confiar en un estado español que precisamente se creó para asegurar mejor las ganancias de la burguesía y que mantiene oprimido al Pueblo Trabajador Andaluz.
Esto va de LUCHA DE CLASES y la unidad, la solidaridad obrera y el apoyo mutuo no deben de ser solo unos bonitos lemas, debe ser nuestra práctica política, nuestra forma de vivir y de resistir. Y el sindicalismo o es combativo, de clase y a pie de tajo, o es una herramienta más al servicio del capital. Siempre vamos a estar con quienes han sido reprimidas, detenidas y encarceladas por luchar y por no agachar la cabeza frente a la patronal.
Para frenar esta ofensiva del capital no bastan los manifiestos, escritos, ni las llamadas a la concordia. Cómo gritamos en las manifestaciones: “ni guerra entre pueblos ni paz entre clases”. La única forma de pararlos es fortaleciendo el movimiento obrero, el sindicalismo andaluz de clase, la lucha en los barrios, en los tajos y es necesario en estos momentos reivindicar un marco andaluz de relaciones laborales.
Y con las hordas fascistas no se dialoga, se les combate, a fin de cuentas no aparecen de pronto del “cielo”, son financiados y creados por el capital y amparados por las instituciones del estado y los medios de comunicación. A la burguesía cuando le interesa los sacan a pasear y cuando no los mantienen en la reserva.
Nuestra fuerza compañeras y compañeros es la unidad y la solidaridad de clase, independientemente de nuestro origen, de nuestra religión, de nuestra condición sexual. Nuestra lucha es una. Y no podemos dejar ninguna agresión sin respuesta. Y siempre tener presente que tenemos para defendernos una poderosa arma, la paralización de la producción, ¡la Huelga general! En el 2000, en El Ejido los ataques en masa racistas contra la población trabajadora inmigrante, concluyeron en cuanto los trabajadores dijeron de hacer huelga y comenzaron a no presentarse en los
tajos. Si en Torre Pacheco hubiera habido sindicatos de clase con capacidad sobre el terreno y que hubieran llamado y apoyado una huelga general en el campo, rápidamente patronal e instituciones habrían parado la agresión.
La única manera de superar la situación de precariedad y colonización en la que vivimos la mayoría de la clase trabajadora andaluza y la única manera de derrotar a la burguesía que nos explota y al Estado español que nos imponen, es mediante la organización y lucha obreras. La solución para la clase trabajadora es la recuperación de nuestra soberanía, bajo el principio: si nosotras producimos, nosotras decidimos. La lucha por la
recuperación de nuestra soberanía nacional y popular y por la socialización de los medios de producción es una necesidad. Es la manera de poseer herramientas efectivas para contrarrestar el papel de subordinación y explotación en el que nos pretende perpetuar el Capital y un paso imprescindible para caminar hacia nuestro objetivo final: la abolición del trabajo asalariado. Sólo terminando con la explotación y recuperando el control sobre nuestro trabajo, nuestra tierra, sus riquezas, etcétera, podremos construir una economía y una sociedad andaluzas al servicio del Pueblo Trabajador Andaluz.
Por Mariano Junco González.



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