Hoy me gustaría que me permitierais el lujo de hablaros un poco sobre el pop japonés de los ochenta y así tengo la excusa de meteros en vena canciones de City Pop, tan típicas en esos tiempos, que tanto me gustan, y que tanta añoranza nos dan ahora por un pasado efímero y lleno de grandes esperanzas y por un futuro que nunca llegó (y que por supuesto jamás podría llegar, además). Obviamente que no me voy a quedar sólo en el plano nipón, pero es que es un ejemplo tan excelso para entender la dinámica consumista y de control capitalista que nos va a servir para poder analizar y así, comprender mejor, los tiempos que nos tocan en la actualidad.
Sin embargo, no puedo irme de cabeza al meollo del asunto sin dar un poco de contexto. Tal como ocurrió en el Estado español, los años ochenta del país del sol naciente fueron una década de excesos, de relativa apertura y libertad en todos los aspectos posibles, que la burguesía de turno permitiera claro está (acuérdense de las infinitas juergas con los grises en Españita y en nuestra Andalucía y de la censura a artistas como Carlos Cano, entre muchos otros), aunque más bien esto computa más con el país asiático, ya que para encontrar la era dorada, económicamente hablando, del Estado Español, habría que irse hasta la legislatura de Aznar y la primera de ZP (y con Chaves en Andalucía), pero nos sirve. En el archipiélago de donde surgieron las obras de animación de Heidi (1974 en Japón y 1975 en el Estado español), Dragon Ball (1984 en Japón y 1989 en Andalucía) y de Oliver y Benji (Nombre original, Capitán Tsubasa – 1981 en Japón y 1990 en el Estado Español), entre tantas otras, nos dejamos llevar por un mundo de ensueño que nos llevaba a lugares más allá de las miserias del día a día, con historias épicas y fantásticas, en el que los
mini millenials crecían, los Xoomers se fumaban sus días y en el que los
boomers construían los cimientos de la sociedad en la que que hoy vivimos, en parte, no obstante, nuestra vida era algo más “austera” en el mundo urbano que en el de Japón (en el campo no tanto), y más con respecto a la de nuestros años donde “vivimos por encima de nuestras posibilidades”. Por ello, tampoco podemos hacer un paralelismo pleno entre ambos Estados capitalistas, ya que han tenido contextos y una evolución totalmente diferente (aunque, para otro día, dejo el tema de “las mil y una naciones y culturas” que están oprimidas y sometidas por el país del sol naciente).
Después de la derrota que sufrió en la Segunda Guerra Mundial y las dos
bombas atómicas que los criminales yankees les lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki, más la invasión soviética de Manchuria, Corea y las islas Kuriles, que realmente fue el desencadenante real de su capitulación, el Estado Japonés y su clase trabajadora tuvo que empezar desde cero y desde las cenizas. Los norteamericanos ocuparon, en los años cuarenta y cincuenta (hasta 1951), al territorio nipón, recordemos que Okinawa sigue ocupada (oficialmente hasta 1972, aunque sigue en términos prácticos a través de la Base Aérea de Kadena y otra de infantería, ambas importantísimas para EEUU y sus intereses en el Pacífico) por fuerzas militares estadounidenses, los cuales, contándose por miles, son los reyes del lugar, teniendo campo ancho para hacer y deshacer como quieran, perpetrando violaciones y violentos actos de toda clase que mantienen a la población local con miedo permanente, cambiando toda su administración y su sistema económico y social, limitando así su soberanía hasta la mínima expresión. Sin embargo, no fue hasta los años setenta y a raíz de la crisis global del petróleo que el gobierno nipón cambió sus políticas hacia una industria de alto valor añadido (tecnologías
varias, para que nos entendamos), reduciendo así su dependencia energética.
Empresas como Sony, Panasonic y Toyota se beneficiaron de las medidas
intervencionistas que el gobierno del PLD (Partido Liberal Democrático)
implementó, volviendo a las andanzas del corporativismo clásico para mejorar la producción, integrando I+D, logrando que los años ochenta fueran una locura explosiva, cuyo final, todo el mundo sabe y sino, se lo puede, desde luego, imaginar.
Ya habiendo puesto un poco en situación al lector y a la lectora, me gustaría comenzar introduciéndoos una canción de 1979 de la artista, Maria Asahina, “Kokoro No Mamani (Sigue tu corazón)”, la cual me apetece analizar mínimamente porque, aunque no sea tan conocida, es oro puro. Aunque sea una canción pop, nada está exento de ideología política, de absolutamente todo se puede sacar hasta las entrañas más bien enraizadas. Analicemos un poco su letra:
- Comienza de esta forma:またたく空の 星をかぞえて 明日のことを 占ってみる 忘れかけてた 大切なもの 夜更けに一人 思い出してる – Contando las estrellas titilantes en el cielo, intento predecir el
mañana. Tarde en la noche, solo, recuerdo las cosas importantes
que casi había olvidado.
Maravilloso, ya la letra nos está llevando a un ambiente de insatisfacción social y donde ha pasado más que seguramente la noche entera de fiesta, ¿quién no ha vivido ese momento en el que a las cuatro de la mañana, estando acompañado o no, con la litrona de cervecica en la mano y sentado en el banco de una plaza algo oscura, mirando el
firmamento, soltando una lágrima fugaz que te sale automática por una mezcla del estado ebrio y la nostalgia en la que te retrotrae dicho
estado, has acabado por hablar contigo mismo o al universo, clamando
por una solución a tus penas? ¿Qué mejor momento sino el de una
borrachera, vas a recordar las cosas importantes de tu vida? Al día
siguiente, resacón, clase y vuelta a empezar, que las noches no se
beben solas. - Prosigue de la siguiente manera: いつも自由に生きていたい 夢を持ちつづけたい 時はとおり過ぎても今は 心なくしたくない – Siempre quiero vivir libremente, quiero seguir soñando. Puede que el tiempo pase, pero ahora no quiero perder el corazón.
Alma libre, vuela como un pájaro, aprovecha la universidad, que en nada hay que asentar la cabeza, casarse y tener hijos, como bien dicta la sociedad, para ser una persona digna y responsable. La sociedad nipona es bastante más conservadora y tradicional que la impuesta por la burguesía y demás capas elitistas en la sociedad creada por el Estado español, por ello, y, en la actualidad, aun ya habiéndose relajado en estas últimas décadas, nos choca esto por retrotraernos a la generación de nuestros padres o abuelos, en el caso de que seas Millenial o Z, pero básicamente es lo que se dice por ahora en la canción, “quiero volar eternamente como un pájaro, seguir en este falso sueño, sé que el tiempo se me va a echar encima, pero, debido a ello, debo aprovechar esta relativa libertad antes de que me encierren en una jaula como niñera y criada personal de mi marido o en la jaula de explotación infinita que supondrá mi trabajo como salaryman, oficinista, u obrero de una fábrica, hasta que me haga mayor, me jubile y me convierta en un paria para la sociedad y mi propia familia. Los hombres no tanto, pero las mujeres sufren una incesante carrera por meterse en la ruleta del matrimonio antes de los treinta, si no es como si perdieran el atractivo, “¡si esta mujer no ha sido capaz de encontrar marido, casarse y formar una familia, algo tendrá, no es seria, responsable!”. - Siguiente verso, el del estribillo: 愛することも 愛されることも すべてはいつも 心のままに – Amar y ser amado, todo siempre es según el
corazón. Ya estamos con uno de los clásicos problemas afectivo-emocionales de los, en teoría, países del primer mundo. Nos meten en una espiral individualista tan grande que luego tenemos la necesidad imperiosa de tener que amar y ser amado porque sino implosionamos, en el mundo capitalista, el amor, también es un bien de mercado con el cual se puede ganar o perder dinero y no nos podemos permitir el gusto de “amar sin ambages”. Y sí, si tienes dudas, escucha tu corazón, no vaya a ser que si piensas con el cerebro, actúes con menos torpeza.
Otros ejemplos (I Can’t stop the loneliness – Anri 1983/好き好き大好き – Jun Togawa 1985): - I can’t stop the loneliness (No puedo parar la soledad) こらえ切れず 悲しみがとまらない (No lo soporto, la tristeza no para) I can’t stop the loneliness (No puedo parar la soledad)
どうしてなの 悲しみがとまらない (¿Por qué no puedo parar la
tristeza?)
あなたに 彼女 会わせたことを (Te la presenté)
わたし 今も 悔んでいる (Y todavía me arrepiento)
ふたりは シンパシイ 感じてた (Los dos conectasteis uno con el otro.)
昼下がりのキャフェテラ (En la cafetería aquella tarde)
あの日電話が ふいに鳴ったの (Ese día sonó el teléfono de repente)
あの人と 別れてと 彼女から (Ella me dijo que rompiera con él) - 常識をはるかに超えてつのる想い (Sentimientos que van más allá del sentido común)
突然変異的に勃発したバラ色の恋 (Un amor color de rosa que surge de repente)
もはや暴力的とも言える程の純愛 (Un amor puro que casi podría
describirse como violento)
既に昭和史に刻む勢いのジュ・テーム (Un Je t’aime que ya está en
camino de convertirse en parte de la historia Showa)
Kiss me, 殴るよに唇に血が滲む程 (Bésame, tanto que mis labios
sangren como si estuviera a punto de golpearte)
Hold me, あばらが音を立てて折れる程 (Abrázame, tanto que mis
costillas crujan)
好き好き大好き (Te amo, te amo, te amo)
愛してるって言わなきゃ殺す! (¡Si no dices que me amas, te mataré!)
En estos otros ejemplos vemos una vez más este desasosiego por la
soledad, por siempre querer lo instantáneo, lo propio, por poseer algo o a alguien y que esto suponga la diferencia con el vecino y vecina, un
algo que te dé una posición, glamour, además, te mueve un sentimiento de envidia y de egoísmo puro, “si no eres mío o mía, prefiero morir e incluso verte muerto, muerta”, ¡¡maldito seáis Shakespeare y Goethe, malditos seáis escritores románticos del XIX!! En definitiva, estas canciones son una herramienta clave de los capitalistas, de los poderosos, para enfrentarte con tu hermano/a, con tu madre y padre, con tus abuelos, con tus primos y primas, con tus vecinos, con tus amigos, es decir, con los de tu misma clase.
Si lo pensamos bien, en todos estos ejemplos de City Pop podemos ver algo común, la temática más utilizada en toda la historia, “carpe diem, tempus fugit” (aprovecha el día, el tiempo vuela), no obstante, antes la encontrábamos entorno a las clases pudientes, no a las humildes, un/a campesino/a, un proletario/a o un/a esclavo/a, por lo que sea, no se podían permitir el lujo de pensar más allá de lo que tenían delante. Vamos, algo les preocupaba: El auge del comunismo y la lucha de clase y obrera.
La sociedad de consumo, originalmente, los capitalistas, se la sacaron de
chistera a partir de la Segunda Revolución Industrial (1850/1870-1914) y el
aumento estratosférico de excedente de producción, sin embargo, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando esto lo llevaron hasta otro nivel, ya que, hasta ese momento, no era más que la burguesía la que, en realidad, podía acceder a este excedente. Obviamente que no podían seguir manteniendo a la clase trabajadora en la miseria, con lo cual, la sociedad de consumo la desarrollaron y adaptaron para que los obreros y obreras pudiesen entrar dentro del juego y se contentaran con “ese poco más”. He aquí el tercer opio después de la religión y el nacionalismo: el consumismo.
¿Qué tiene que ver el City Pop en todo esto? Pues lo mismo que el rock’n’roll, el pop, el rock, la música urbana y demás músicas más o menos
contemporáneas, son instrumentos del sistema para mantener la paz social, es decir, al y a la humilde controlado y controlada; el hedonismo, el cansancio psicológico, las falsas identidades (para dividir al proletariado), el endeudamiento progresivo del proletariado (por su acceso fácil a productos caros pagados a plazo o con créditos), la compra compulsiva de productos que no se necesitan y la acumulación de capital por parte de la burguesía, el uso de los productos extranjeros como bienes de prestigio, la crisis climática y ecológicas… Múltiples son los efectos de la sociedad de consumo y diversas sus formas dentro de este mundo, sea por medio del cine y las series, la publicidad, la literatura, videojuegos y, por supuesto, la música. La cuestión es transportar al consumidor lejos de su día a día con la intención de que se evada, que respire después de un largo día laboral y que no tenga ni tiempo ni fuerzas para pensar en cosas que puedan perjudicar a dicha paz social.
El caso del City Pop lo he elegido, más allá de por mi gusto por el mismo, por lo paradigmático que resulta. Ahora, en pleno siglo XXI, está habiendo un repunte, un resurgimiento de este estilo (que no es más que la mezcla de rock, pop, R&B, disco, jazz y el funk occidentales con melodías muy bien trazadas y ambientadas en la típica gran ciudad llena de neón donde nunca se pone el sol), sobre todo en el dichoso “Occidente colectivo”, y no es casual. Como ya mencioné al principio, ante estos años oscuros, estamos teniendo la tendencia de volver al pasado para vislumbrar e intentar ser capaces de oler algo de ese aroma de éxito y frenesí que se respiraba en los años 80, pero no sólo ocurre con el City Pop nipón, también lo hace con las producciones musicales actuales que nos rememoran a la música de esta década, las sagas interminables de películas o series que no dan más de sí, etcétera. En tiempos donde la conciencia de clase y la lucha entre las mismas prácticamente sólo se
da de arriba-abajo y la alienación y el nihilismo están infectando a la población trabajadora como si de un virus o un patógeno se tratara, acercándoles estúpidamente a apoyar, cual ameba, al patrón, al explotador, este tipo de contenidos, de temas, de opios sexuales, amorosos, de vacío emocional y mental y, en definitiva, de incitación a consumir tu propia vida como si fuese un producto más que comprar o vender, sólo queda rebelarse, una vez más, no pasa nada que escuches, que veas o que leas lo que sea, pero hazlo con conciencia, sé bien lo que es llegar a tu casa después de estar todo el día currando y también sé lo que es estar todo el día en casa pensando, ideando y buscando mil opciones para salir adelante a falta de oportunidades laborales y de capacidad de emancipación de casa de tus padres, sé lo frustrante que es y lo mermado que te deja, pero no podemos regalarle el partido a la clase capitalista tan fácilmente. Por ello, también es muy importante crear “productos” de corte revolucionario, que infecten el sistema desde dentro y desde fuera,
sea con los mínimos medios que uno o una pueda tener o medios colectivos autogestionados entre varios, sean de organizaciones políticas y de clase e, incluso, privados, ya que no es tan raro encontrar “traidores” entre la clase burguesa al lado del proletariado. La cuestión es propagar el mensaje obrerista (y en nuestro caso, el mensaje obrerista y revolucionario andaluz, que Andalucía no se independiza sola) por doquier, y sí, sé que no es algo nuevo, pero es algo a lo que se le tiene miedo y pereza. Miedo por el qué dirán y por darse a conocer, visibilizarse, por recibir más que probablemente algún ataque del Estado y grupos ultras de múltiples lados, en parte, por lo que pueda recibir tu propia familia, aunque no tenga nada que ver con tus actividades, y, además, pereza por tener que sentarse y crear, que no es nada sencillo. La música, la literatura, el cine, las series, los videojuegos, el contenido de streaming y de plataformas de vídeo, en general, suponen muchísimo esfuerzo y desgaste físico y mental, no obstante, es algo totalmente fundamental para cualquier organización de clase y con pátina revolucionaria, tanto como lo son los eventos políticos, charlas, conferencias, cinefórums, las manifestaciones, las
acciones sindicales, etcétera. La batalla cultural normalmente está enmarcada entorno a la izquierda y la derecha liberal y hegemónica, con alguna mención honorífica para sus periferias, pero esto casi se queda aquí, la gente más joven tiene que salir a la palestra, tiene que rebelarse y querer tomar partido, aportar, crear, innovar y las personas que tienen la posibilidad económica y los conocimientos artísticos y la formación política, ayudarla, formarla y aprovecharla por el bien común. La revolución no se hace sin propaganda y, para esta, no sólo podemos quedarnos en el cómodo sillón del típico académico marxista, también hay que salir y crear, ensuciarse. Por ello, desde el corazón de la nación andaluza, te interpelo, joven artista, toma conciencia, toma partido, únete a las Juventudes Infantistas de Nación Andaluza, una organización de clase e independentista y suma tu llama flameante para la lucha contra el Ente españolista, europeo y anglo-sionista. ¡Luchemos por la libre autodeterminación de los pueblos y contra el capitalismo!
¡Andaluzas, levantaos!
Por Antoni Soto García.
Militante de Las Juventudes Infantistas de Nación Andaluza (JINA).
Notas:
Lista de reproducción de canciones de City Pop:



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